A todos nos ha pasado que tras un día atareado necesitemos
una siestecita o se nos antoja un frappé en la tarde, ante lo cual decidimos
“bueno, por día no pasa nada”. El detalle es que tras varios días, estos
placeres culposos se van convirtiendo en hábitos que no son saludables.
Necesitamos recordar que el cuerpo es como una máquina que requiere ciertos
cuidados y mantenimiento de forma regular.
Para hacer un cambio positivo, es importante pensar en qué
hábitos tenemos y cuáles nos gustaría adquirir, a continuación les dejamos un
listado de hábitos y sus recomendaciones.
Rutinas diarias – Lo más
importante de este punto, es ser constantes. Si siempre te toca despertar a las
6 de lunes a viernes, ya sea por el trabajo o la escuela, lo debemos hacer incluso
los días que no nos toca.
Alimentación sana – Para este
punto, la recomendación es acudir con un profesional que tenga el panorama
general para dar recomendaciones. De nuevo, la constancia es clave. Esto no
implica dejar por completo esos gustos culposos, sino saber medirse y aceptar
las consecuencias de los mismos. Involucrar a otras personas, como amigos o pareja puede ayudar a no perder el objetivo.
Ejercicio físico – La OMS
recomienda 30 minutos de actividad física diaria. Aunque estos requerimientos
varían dependiendo la edad, lo más importante es evitar el sedentarismo; si en
el trabajo o escuela tienes que estar sentado por muchas horas seguidas, al
llegar a la casa evita actividades que te mantengan sentado o acostado por más
tiempo aún.
Sueño reparador – El tiempo
recomendado de sueño varía según la edad, pero siempre debe de ser continuo.
Los niños hasta los 5 años deben dormir un mínimo de 12 horas en promedio por
día, de 6 a 18, cerca de 9 horas, mientras que los adultos deben dormir entre 7
y 9 horas. Los efectos de no dormir lo adecuado varían dependiendo de la
persona, sin embargo a la larga se terminan acumulando.
Actividad social sana – Este
punto es puramente acerca de las amistades, las salidas, las pláticas y todo
aquello que promueva un momento sano de convivencia. Como seres sociales,
necesitamos esta convivencia para ventilar el estrés de la semana.
Lectura – Aunque es poco común en
esta época, la lectura promueve un espacio para que la mente se fortalezca y
evita el deterioro. Las habilidades cognitivas requieren de mayor práctica a
mayor edad, ante esto, la lectura es una gran herramienta para desarrollarlas y
mantenerlas.
Espacios de esparcimiento – Por
último, es necesario tener momentos en los que estamos solos, pero con uno
mismo. Disfrutar de bañarse, hacer un recuento del día, recordar viejos
momentos, planear para el futuro, etc. Son estos momentos que te hacen
conectarte contigo mismo y darte cuenta de cómo va todo en tu vida.
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